La explotación animal es el mayor exterminio llevado a cabo por el hombre en toda la Historia de la humanidad pero, ¿es acertado compararlo con el Holocausto que sufrieron los judíos, gitanos, homosexuales y otros colectivos a manos de los nazis?
Este es, con diferencia, el post más complejo al que me he enfrentado. Llevo meses preparándolo y documentándome para exponer una postura que, sin ser determinante al 100% porque yo misma tengo dudas al respecto, invita al debate y a la reflexión.
EL HOLOCAUSTO, ¿CONVERTIDO EN MARKETING?
Voy a empezar detallando la argumentación principal de aquellos contrarios al uso de la palabra ‘Holocausto’ para describir las atrocidades que sufren los animales en nuestro planeta. Su argumento principal es que el Holocausto es el episodio más oscuro de la Historia y no puede ser comparado con nada.
Algunos círculos como el ‘Consejo Central Judío’ sostienen que comparar a las víctimas de la masacre nazi con los animales es ofensivo así como también lo es sacar provecho del Holocausto usándolo como metáfora de la explotación animal.
Evidentemente, dicha postura nace de un especismo absoluto que sitúa a las víctimas humanas por encima de las víctimas animales y que, incluso, se niega a compararlas tachando de ofensa el argumento en sí.
LA FALSA SUPREMACÍA
Los alemanes nazis creían gozar de una superioridad absoluta y se permitían despreciar a los judíos como si fuesen seres inferiores. Su antisemitismo profundo se refleja en obras literarias que recogen comparaciones de judíos con cerdos o, incluso, les sitúan por debajo de los animales en la escala de valor vital.
Por otro lado, los propios judíos contrarios a la comparativa entre Holocausto y explotación animal sitúan la vida humana por encima de la animal creando, paradójicamente, la misma supremacía que los nazis ejercieron sobre su pueblo.
Un claro ejemplo de ello fue la negativa del Consejo Central Judío que apeló al Tribunal Europeo de Los Derechos Humanos para que eliminara una campaña publicitaria de PETA en Alemania hace 14 años. “El Holocausto en tu mesa” comparaba, acertada y duramente, ambos genocidios, sin embargo el organismo judío alegó que: “La campaña es ofensiva y viola la dignidad humana de las víctimas y de los supervivientes del Holocausto puesto que habrían sido colocados al mismo nivel que los animales.”
HOLOCAUSTO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL:
SUS CUATRO GRANDES DIFERENCIAS
1- LA ESPECIE
Si la explotación animal y sus técnicas de maltrato sistemático fuesen protagonizadas por víctimas humanas, ya no existiría. Pero la gran diferencia entre Holocausto y Explotación Animal es precisamente esa, sus víctimas.
Las víctimas del Holocausto eran animales humanos inocentes y las de la horrible ganadería industrial son animales igual de inocentes -o más- pero de otras especies.
2- LA SOLUCIÓN FINAL
Usando el horrible eufemismo que utilizó Hitler para acabar con millones de personas, la “solución final” del Holocausto nada tiene que ver con la de la explotación industrial de los animales.
El Holocausto pretendía (a grandes rasgos) el total exterminio de un pueblo a causa de un dogma que exigía su absoluta desaparición del planeta.
Por el contrario, la explotación animal, la cría y el sacrificio industrial pretende producir carne a un coste menor. Los animales de granja no son asesinados y esclavizados por dogma sino por motivos claramente económicos. Además, no se espera la extinción sino la cría continuada para abastecer a la población omnívora.
Pero, aunque el fin de ambos asesinatos en masa no se base en los mismos principios, su sistemática opresión, maltrato y explotación sí tiene muchísimos factores comunes que analizaré más adelante.
3- EL TIEMPO DE DURACIÓN
El régimen nazi duró casi una década si iniciamos la cuenta con las primeras opresiones raciales y sus consecuentes persecuciones despiadadas cuando todavía no había estallado la Segunda Guerra Mundial.
Por lo tanto, situando el Holocausto entre 1935 y 1945, 12 millones de personas murieron a manos del cruel y abominable movimiento nazi. Cabe destacar que el nazismo está lejos de haber desaparecido y sigue presente en la sociedad más xenófoba, patriota y racista.
La explotación animal no duró 10 años sino que, las víctimas animales, llevan SIGLOS sufriendo a manos de una especie que se cree superior y les somete con una Maldad (y lo escribo con mayúscula) incomparable nacida de un antropocentrismo repugnante.
4- HAMBRE VS. ENGORDE
Otro factor que diferencia el Holocausto de la explotación animal es la comida. Mientras en los láger la comida era un bien preciado y escaseaba, la ganadería industrial es la principal causa de cultivo a nivel planetario, triste, pero cierto.
Los prisioneros judíos comían, con suerte, una ración de sopa y un trozo de pan. Todos tenemos en el ideario mental sus cuerpos esqueléticos y visiblemente desnutridos por la falta de alimento y el duro trabajo al que eran sometidos.
Los animales de explotación se encuentran en el polo opuesto. El sobre engorde los hace enfermar, desarrollar tumores e incluso les rompe las piernas por el exceso de peso, como en el caso de los pollos de cría intensiva.
También para el foie gras la técnica es meter un tubo en el buche de la oca o del pato y forzarle a comer hasta que explota su hígado y, de ahí, sale el foie al que algunos llaman manjar. Esta “delicatessen” no es más que un hígado de víctima inocente agrandado hasta 10 veces su tamaño natural debido a la sobrealimentación forzada. ¿Permitiríamos esto si fuese una víctima humana? Da que pensar, ¿no?
HOLOCAUSTO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL: LAS SIMILITUDES
Desafortunadamente, las similitudes son casi infinitas pero aquí te detallo las primordiales:
DINÁMICA DE EXPLOTACIÓN Y ANULACIÓN
La esclavitud y la sumisión nacen de una domesticación que ambos grupos de víctimas sufren. Los nazis se inspiraron en varias técnicas de domesticación radical de animales para poder ‘domar’ a millones de personas consideradas inferiores.
La base de dicha domesticación consiste en la anulación de la personalidad, la privación total de libertad de elección y la sumisión absoluta mediante la fuerza física y el maltrato psicológico. Ambas víctimas son desposeídas de personalidad y convertidas en números sin identidad alguna.
LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA
Muchos prisioneros liberados con la caída del régimen nazi narraron lo crueles que se volvían entre ellos (al margen de las SS) para intentar sobrevivir. Primo Levi recoge algunos episodios en su fantástico libro “Los Hundidos y los Salvados”.
Había violaciones, peleas, robos de comida, abortos por la fuerza y todo entre prisioneros. La lucha por la supervivencia sacaba lo peor de cada una de las víctimas y nadie las puede culpar por ello.
Lo mismo pasa cuando millones de animales son hacinados en espacios minúsculos, rodeados de heces y enfermando. La lucha por sobrevivir se endurece y, si un enfermo se desploma, sus compañeros le pisarán hasta asfixiarle por falta de espacio, no de compasión.
A las gallinas les amputan el final del pico para que no se maten entre ellas así como a los lechones les arrancan los dientes, genitales y la cola sin anestesia alguna para evitar el canibalismo debido al estrés psicológico al que son sometidos. Recuerda que un cerdo tiene la inteligencia emocional de un niño humano de cuatro años. Es decir, entiende perfectamente lo que es el bien y el mal, el dolor, el sufrimiento, el abandono y el miedo. También entiende la alegría y el cariño pero, por desgracia, en la ganadería industrial jamás llega a sentirlo.
RECLUSIÓN MASIVA EN CONTRA DE SU VOLUNTAD
Esta similitud salta a la vista y, de hecho, si ves imágenes aéreas de Auschwitz o de otro campo de concentración y ves las mismas imágenes de una explotación industrial ganadera, son prácticamente iguales.
Enormes barracones con poquísima luz solar que albergan millones y millones de animales de todas las especies malviviendo y siendo privados, por completo, de su libertad vital y, obviamente, en contra de su voluntad.
LA RUPTURA FAMILIAR
Cuando las familias judías llegaban en tren a la entrada del campo de concentración nazi, los oficiales de las SS les separaban al instante y, en la mayoría de ocasiones, jamás se volvían a ver. El destino de algunos era la muerte inmediata, el de otros el trabajo forzado hasta la muerte y, otros eran víctimas de macabros experimentos.
El tema de la familia es más grave si cabe en el caso de la explotación animal. Las familias de animales se producen en masa para luego ser separadas, mutiladas y asesinadas. La vaca, por ejemplo, será inseminada artificialmente (es decir, violada) y parirá un hijo al que no volverá a ver. No le dará ni de mamar porque los humanos roban esa leche que le pertenece a la cría.
Pasados pocos meses, la vaca volverá a ser preñada para que dé leche (recordemos que no existen las vacas lecheras sino que son como las mujeres, ¡si no están embarazadas no producen leche!) y le volverán a robar a su hijo. Si ese hijo es macho, le matarán. Si es hembra, será explotada toda la vida igual que su madre.
LAS PÉSIMAS CONDICIONES
Un campo de concentración y una granja industrial tienen pésimas condiciones de habitabilidad. Los prisioneros del Holocausto tenían una cama y nada más. No poseían ni objetos, ni espacio propio, ni intimidad, ni ropa (más allá de su uniforme de trabajo), nada.
Lo mismo sucede con los animales solo que ellos no tienen ni una cama donde tumbarse. La paja, el heno o cualquier material acolchado sería un sueño para sus magullados cuerpos que, casi siempre, tienen que pisar barrotes de jaula no pudiendo apoyar ni siquiera sus pies sobre un suelo liso, sufriendo inmenso dolor y malformaciones.
DOLOR MENTAL Y FÍSICO
El maltrato a todos los niveles está presente en la opresión radical que ejercen tanto los nazis como los ganaderos industriales sobre sus víctimas. Golpes, palizas, amputaciones, enfermedades sin tratar, muerte prematura, descargas eléctricas en el ano o la cabeza, sadismo, asfixia, muerte por gas, vejaciones, abusos, violaciones, humillaciones, anulaciones, terror y, por supuesto, asesinato constante es lo que sufren hoy en día millones de animales y lo que sufrieron las víctimas del Holocausto durante 10 años.
EXPERIMENTOS MÉDICOS
Las falacias médicas están a la orden del día aunque, afortunadamente, ya nadie se cree (o eso espero) que la leche de animal es buena para los huesos. Los animales son víctimas del falso mito de las proteínas en los que algunos pseudo médicos afirman que no se puede vivir siendo vegano.
A esas falacias se suman la publicidad engañosa y las informaciones falsas sobre “productos saludables” que en realidad no lo son en absoluto. Es decir, se nos miente camuflando bajo el nombre de la “salud y la ciencia médica” lo que en realidad es el maltrato y el asesinato.
Seguro que has oído hablar del despiadado doctor Josef Mengele que realizaba atroces experimentos en niños, mujeres, gemelos y familiares para modificar su genética y estudiar cosas tan horribles como cuánto tiempo puede estar un bebé sin alimentarse hasta morir.
Todos sus macabros experimentos quedaban encubiertos por la propaganda nazi que le vendía como un gran científico y un pionero en cuestiones médicas cuando, en realidad, era un psicópata depravado sin ética alguna.
LA MODIFICACIÓN GENÉTICA
Además de los crueles experimentos médicos, el tema de la genética es otro de los factores comunes entre el Holocausto y la explotación animal. Mientras los “científicos” nazis jugaban a inyectar líquidos químicos en los ojos de los niños judíos para que se volvieran azules, las vacas y cerdos son inyectados con antibióticos y demás sustancias para que sus músculos crezcan y sus cuerpos se deformen para que den más carne.
Además de eso tenemos la inseminación artificial, los cruces de razas seleccionadas específicamente, la esterilización etc. De hecho, tanto la eutanasia forzada como la esterilización que se aplicaban a menudo en los láger, seguían las directrices de la crianza industrial de animales.
EL OCULTISMO
La industria cárnica de explotación animal se esfuerza MUCHO en ocultar lo que ocurre tras las paredes de un matadero. De hecho, existe una frase muy cierta que dice: “Si las paredes del matadero fueran de cristal, nadie comería carne”.
Y es que las atrocidades, el dolor y la muerte que allí se genera nada tienen que ver con el producto final que ve el consumidor en el supermercado o el restaurante. Ese “referente ausente” del animal vivo respecto al bistec que te comes, es la gran baza de esta oscura industria.
Los nazis usaban su fuerte maquinaria propagandística cargada de mentiras y, de hecho, durante su periodo de esplendor fueron capaces de ocultarle al mundo entero la existencia de los campos de concentración y sus horribles prácticas inhumanas.
Esta obsesión por camuflar bajo valores de ética y mentiras lo que en realidad es un genocidio masivo, esconde una realidad que a nadie dejaría indiferente pero que la opinión pública (al menos en su mayoría) no conoce.
LA MUERTE INDUSTRIALIZADA
Cualquier campo de concentración se puede comparar con un matadero si hablamos de muerte. Evidentemente son muchos más los animales no humanos que son asesinados pero tanto la muerte como los crueles modos de matar, están presentes en el día a día de las víctimas.
En los campos nazis los prisioneros veían desaparecer a sus compañeros a diario y ya sabían que, tarde o temprano, su destino sería el mismo. La línea de procesamiento de un láger tenía como objetivo matar tantos seres vivos como fuese posible en el menor tiempo. Lo mismo pasa en el matadero.
La línea de ensamble se basa en la manera más eficaz de procesar esa materia prima (es decir, los animales y/o los prisioneros) antes de ser asesinados. En el caso de las granjas hablamos del desangre de los animales y en el caso de los prisioneros del nazismo, de la preparación previa a la cámara de gas.
De hecho, el propio Himmler reconoció que el modo de descuartizar a los animales en su época como granjero fue, posteriormente, el modelo a seguir para poder llevar a cabo la gran masacre nazi durante el Holocausto, según recoge Charles Patterson en su obra maestra «Eternal Treblinka. Our treatment of animals and the holocaust”.
LA MUERTE DULCE
La muerte dulce hace alusión a quienes defienden el asesinato sin dolor, es decir quienes apoyan la idea de “yo como animales, pero no quiero que sufran. Que los maten sin hacerles daño”, ¿no ves lo incoherente de la frase? Matar es matar. Punto. Si alguien no quiere morir y otro le mata, es un asesinato. Lo mate haciéndole agonizar o lo mate en 2 minutos. Es imposible matar sin dolor y menos en la matanza industrial donde el tiempo corre y el dinero vale más que la vida de ningún ser vivo.
Muchos prisioneros de las SS quedaban temblando y convulsionando tras ser gaseados y morían en agonía. Así como los que sufrían desnutrición y morían de hambre, o los que morían lentamente enfermando en el laboratorio… por no hablar de los que ya no podían más y se suicidaban tirándose contra la alambrada eléctrica que rodeaba su cárcel nazi.
Los animales de granja enferman y agonizan, sufren infecciones, amputaciones o mueren aplastados y asfixiados por sus propios congéneres. La descarga craneal no siempre funciona y todavía menos el corte en la garganta que les deja, igual que a las víctimas del campo de concentración, convulsionando mientras se desangran ante la deshumanizada mirada de su asesino.
La idea de convencernos de que mueren sin dolor, no existe para aliviar a la víctima del dolor real que es su propio asesinato sino que existe para aliviar el dolor mental y la culpa que podría acechar al matarife si se parase a pensar en la atrocidad que comete a diario en su trabajo.
LA MUERTE POR DESCARTE
Otro tipo de muerte presente en ambos mecanismos humanos contra otros seres vivos es la muerte por descarte.
En los campos nazis los ancianos, las personas con necesidades especiales, los enfermos mentales, los niños, las mujeres jóvenes etc. eran descartados solo llegar al campo y les mataban al instante porque no eran válidos ni productivos en el engranaje del horror puesto en marcha con el Holocausto.
La situación es idéntica en las granjas cuando los polluelos macho son descartados cual escoria y les dejan morir de hambre o los trituran vivos porque no aportan nada a la industria del huevo. No son rentables y, por lo tanto, son exterminados al momento de su nacimiento.
LOS VERDADEROS RESPONSABLES
Es obvio que, en el caso del Holocausto, los responsables directos son los nazis. Pero, ojo, que no sólo me refiero a Hitler y su equipo de las SS sino a cada persona que apoyó o apoya esta ideología antisemita y enfermiza.
Es decir, los que asesinaron con sus propias manos son responsables en mayor grado, pero cada nazi de ‘a pie’ que delató a los judíos, que les oprimió en su pequeño círculo o que alabó a Hitler es también contribuidor directo del Holocausto.
Ahora bien, en el caso de la explotación animal sucede lo mismo. El matarife ejecuta el trabajo sucio de asesinar viendo los ojos del pobre animal que, aterrorizado, intenta escapar del horror de una muerte que no merece.
Pero es igualmente culpable cada persona que apoya y da dinero a esta cruel industria masiva comprando carne, pescado, huevos, leche, queso o cualquier producto que contenga trozos de animal en su composición.
Estamos hablando de seres vivos que sienten como nosotros y que quieren vivir su vida. Los animales no están en este mundo para complacernos y menos para que les asesinemos. Así que la culpa de este asesinato masivo es de cada persona que apoya la maquinaria industrializada de explotación animal.
MI CONCLUSIÓN
Está claro que el Holocausto y la explotación animal tienen muchas más similitudes que diferencias. De hecho, la mayor diferencia nace del especismo y, como yo no soy especista, no la comparto.
La vida de un animal humano y la de un animal de otra especie vale exactamente lo mismo y, por lo tanto, todas las víctimas están al mismo nivel. Desde esta forma de pensar, puedo comparar ciertas prácticas del Holocausto nazi con la actual explotación animal.
Sin embargo se debería emplear otra palabra para referirnos a la masacre animal dado que, por tiempo de duración y por número de víctimas es inmensamente mayor (ojo, ni más importante ni menos) al Holocausto.
Como dice el activista Gary Yourofsky: “El ser humano come carne por tradición, sabor y costumbre”, cada año mueren 6 billones de animales terrestres (¡sin contar los billones de animales marinos!) sólo por capricho.
La campaña de PETA muestra cifras que tienen que hacernos reflexionar: Doce millones de personas murieron durante siete años del Holocausto. Los mismos millones de animales mueren CADA CUATRO HORAS sólo en Estados Unidos, debido a la explotación animal.
Acabo mi reflexión con una cita de Helmut Kaplan que, si compartes, puedes Twittear:
Sé que es un post intenso pero, ¿tú qué opinas? ¿No se puede comparar el Holocausto con la explotación animal porque la vida humana vale más que la vida animal? ¿Se debería usar otro término para no ofender a las víctimas especistas? ¿Es mucho más cruel la explotación animal que el régimen nazi por millones de víctimas y extensión en el tiempo? ¿Necesitamos una nueva palabra u Holocausto es acertada?
La autora hace una descripción precisa de lo que sucede con la explotación de la ganadería industrial y la matanza de Judíos en el Holocausto Nazi.
Opino que la comparación del termino Holocausto y Explotación Animal es acertada o se queda corta, debido a la magnitud de la masacre continua que se produce sin reflexión de las grandes masas sociales que prefieren justificar y mirar para otro lado por egoísmo, falta de empatía, «Religión» y cualquier otra falsa justificación como la tradición. En relacióna si debería usar otro término, podría utilizarse uno que amplifique ese horror, ya que el que sufren los animales es aun mucho mayor y tiene pocas probabilidades de terminar, al menos a corto plazo, pero no teniendo en cuenta el reclamo de las víctimas especistas. La tercera pregunta la contesté anteriormente, pero si rotundamente es mucho mas grave y mas horroroso la explotación animal que el holocausto nazi por las dimensiones de la matanza en cantidad y tiempo y porque se sigue consumiendo los cuerpos de seres sintientes y justificando la respuesta por una razón económica en primera instancia por parte de los productores y en segunda por la falta de toma de conciencia y posterior cambio de conducta por parte de los consumidores. Por ultimo repito si creásemos una nueva palabra o un nuevo término para definir el Holocausto Animal, debería serlo solo con los fines de que fuese mas relevante e impactante ese termino para que generase una Revolución del pensamiento social a gran escala, describiendo la masacre, la agonía y el dolor que todos esos seres inocentes sufren a diario y que son víctimas del abuso y el desprecio de sus vidas por parte de productores, explotadores (verdugos del proceso de tortura) y consumidores finales.
Gracias, en primer lugar, por tu extensa y detallada respuesta. Compartimos opinión y, realmente, el término Holocausto «se queda corto» para describir los siglos de asesinato masivo y los billones de seres vivos que mueren a manos del ser humano por puro egoísmo. Muchísimas gracias por compartirme tu punto de vista Gustavo Adolfo.
Anna, quería contarte que llevé tu artículo al aula, con alumnos de 6to año de escuela secundaria, les pedí que lo leyeran y respondieran las 3 preguntas y lo charlamos y fue genial. Un alumno de 8 consideró que no se podía utilizar el término holocausto porque ya se utilizaba para humanos, el resto tuvo una mirada más amplia. Saludos
Te prometo que me emociona que llevases este post al aula, no te puedes hacer a la idea de cuánto significa para mí que expongas a jóvenes a este tipo de pensamiento, te lo agradezco con todo mi corazón <3
Anna el agradecido soy yo por poder usar tu artículo y llevarlo al aula. Las reflexiones son interesantes y seguiré haciéndolo en la medida que lea otro artículo de éste tipo que escribas y luego te contaré. Saludos desde Argentina.
Gracias por lo que haces. Cada día somos y más y más. Hasta que dejemos de ser los “raros”.
Tienes toda la razón Joanna, desde este rinconcito que es mi blog, intento ser la voz de los que no pueden hablar como nosotros.
Por suerte textos como este logran hacer ‘clic’ en algunas conciencias y cada día somos más <3
Anna me encantaria hacer voz a tu escrito en mis redes sociales, llevo la lucha con el mejor batallon que tenemos: los niños y me has inspirado a ir por mas.
Muchas gracias de corazón ! La vida es bella por seres como vos! Go Vegan!
Hola Sabrina querida, te agradezco mucho que compartas mi post en tus redes sociales o mi vídeo si lo prefieres: https://youtu.be/PdEsXpXEteI
Es hermoso inspirarte y te agradezco infinitamente que te hayas tomado tu tiempo para escribirme y contarlo ya que eso me da fuerza para seguir adelante, sin miedo, compartiéndome con ustedes. Mil abrazos amiga, gracias!
Me encantó tu post, en cuestión de activismo los argumentos cuentan y tu logras exponer con gran claridad. Valoro mucho tu labor, es realmente digna de ser compartida. Buenos deseos para ti.
No sabes cuánto me alegra que lo hayas leído y hayas conectado con los argumentos que expongo, de verdad Carolina! Mil gracias! El holocausto animal se sucede a diario pero, desde luego, supera en número y años al holocausto humano porqué cada segundo del mundo, la explotación animal crece sin cesar… pero lograremos vencerla! ❤️
¡Hola, Anna!
He sabido de ti hace poco y te sigo desde entonces.
Ya que tantas palabras «inventamos», creo que sí habría que buscar una, y no usar holocausto. Pero no por si alguien se ofende (el que se pica ajos come) o porque la vida humana valga más que la de otras especies (más bien vale menos; las otras especies son más nobles y puras), sino porque la palabra ‘holocausto’ tiene un significado muy definido y concreto (según la RAE, sacrificio con quema de la víctima). Habría que buscar una palabra que, además de la explotación animal masiva, denotara maltrato, tortura y otras aberraciones a las que sometemos al resto de especies.
Gracias por este genial artículo. Yo también voy a compartirlo y espero que a alguien le llegue el mensaje.
¡Muchísimas gracias por comentar Mariano! Te agradezco el tiempo dedicado a leer el post sobre explotación animal y holocausto. Coincido contigo en que hace falta una nueva palabra dado que holocausto animal que es la que se suele usar, no es fiel a lo que realmente les sucedes a los animales explotados y es que se queda MUY corta en muchos sentidos. ¡Un saludo!
Excelente
Muchísimas gracias Leonardo! La verdad es que holocausto animal se usa mucho para definir la explotación animal pero, como vemos en el post, la pLabra holocausto se queda corta a la hora de hablar de explotación animal!
gracias por compartir esto
A ti por leerlo!